Minutos de anillo, minutos de que separan a un crack de un jugador, minutos de hombres, minutos de anotación, minutos de historia... minutos de gloria. Llegaba el séptimo y último partido de las Finales de la NBA de 1970, y nadie sabía si Willis Reed iba a jugar.
El center y capitán de los Knicks había sufrido un desgarro muscular en el muslo derecho durante el 5 partido contra los Lakers, y se quedo en el banco durante el 6 en el que Wilt Chamberlain encesto 45 puntos y capturo 27 rebotes para que los de Los Angeles empataran la serie 3-3.
Cuando los equipos saltaron a la cancha para los pre-calentamientos juego, Reed no estaba con sus compañeros. Permaneció en la oscuridad, en los vestuarios, en las entrañas del edificio.
"Yo quería jugar", recuerda Reed. "Era el partido de campeonato, el gran momento que esperas toda la vida. Yo no quería tener que mirarme en el espejo 20 años más tarde y decir que debería haber jugado".
Reed recibió una inyección para aliviar el dolor en la pierna, y justo antes de inicio del partido cojeaba por el túnel. Una marea de aplausos bajo en cascada desde lo alto del Garden en homenaje al capitán de los Knicks, un espectáculo que hizo parar el calentamiento de los angelinos.
"Vi a los Lakers de pie, en un corro mirando a ese hombre", dijo Walt Frazier. "Cuando vi que dejaron de calentar, algo me dijo que podíamos ganar”. Bradley comenta: “Cuando vi que Willis saltaba a la cancha pensé, él está aquí, él está aquí, él está aquí. Si él puede volar, nosotros podemos”. Y los Knicks nunca volaron tan alto. Impulsado por la emoción de Reed, Walt Frazier anoto 36 puntos y repartió 19 asistencias, Dick Barnett 21 puntos, DeBusschere 18 y Bradley 17.
Reed se emparejo con Chamberlain para la apertura del partido y encesto las dos primeras canastas del partido con una cojera muy notable. Esos fueron sus 4 puntos en aquel partido, pero su presencia fue más que suficiente para inspirar a los Knicks a una victoria de 113-99 y dar a la franquicia de la NBA a su primer campeonato.